Si buscas dar sentido a tu vida, este post es para ti.
Ser yogui o llevar una vida yogui implica no solo saber cómo hacer yoga, sino conectar contigo mismo, perfeccionarte y llevar una vida acorde con lo que quieres.
Todos, en algún momento de nuestra vida, nos vamos a tener que preguntar qué estamos haciendo con nuestra existencia. Nos lo vamos a tener que preguntar. Ojalá sea esta noche… Si no, lo harás un minuto antes de morirte – Sergio Fernández
Pero ¿cómo vas a preguntarte qué estás haciendo con tu vida si no tienes tiempo de hacerte preguntas? Y aquí tu ego me dará la razón: “Es verdad Laura, no hay tiempo para nada; es horrible, no tengo ni un minuto libre…”.
Siento decirte que sí lo hay. Lo que “no hay” es tiempo para estar con uno mismo, y eso que vamos a todos los sitios juntos: mi cuerpo y yo, mi mente y yo, mis emociones y yo, mi malestar y yo…
Yoga como estilo de vida
La definición del yoga que tenían los antiguos yoguis y sabios de la India se basaba en verlo como un estilo de vida y una disciplina personal que permite desconectarse del sufrimiento, del dolor y de la limitación, y conectarse con la felicidad, la creatividad, el equilibrio y la belleza.
Esto significa que desarrollas la capacidad de observar y prestar atención, y de reconocer cosas que antes no veías. Y, al poder observarlas y reconocerlas, tienes la posibilidad de cambiarlas, mejorarlas o eliminarlas de tu vida: es decir, empiezas a mejorar cada aspecto de tu vida siendo consciente de ello.
Yogui: significado
Literalmente, yogui es el practicante de yoga. En sánscrito, yogi hace referencia al practicante masculino; mientras que para la mujer se ha adaptado del sánscrito el término yogini.
YOGI/YOGIN: practicante de yoga (m.) | YOGINI: practicante de yoga (f.)
Qué es un yogui
Seguro que conoces a alguien (y si no conoces a nadie es que seguramente seas tú) que, por ejemplo, sabe que es malo fumar, pero no quiere dejarlo; o que quiere madrugar para su práctica porque sabe los beneficios que tiene, pero nunca adelanta el despertador, o que sabe que necesita comer más sano, pero continúa tomando alimentos que le perjudican.
Todos estos son claros ejemplos de una mente fragmentada: quieres algo, pero haces lo contrario. Esto significa que la mente no está en equilibrio.
Para esquematizar un poco las ideas, yo lo veo de la siguiente forma: eres una mesa con cuatro patas (de tres también podrías, pero no me estropees el ejemplo). Encima de la mesa hay un frasco precioso de cristal, con un “regalo” dentro y una nota que pone “sé como tú quieras”. Y cada pata que lo sostiene se corresponde con los siguientes aspectos de ti mismo:
- Cuerpo físico.
- Mente.
- Emociones.
- Espiritualidad.
¿Espiritualidad? Ahora mismo, si no lo eres, estarás pensando: “mi mesa es de tres patas porque no soy nada espiritual”. Pues bien, te diré que hay muchas formas de serlo; permitirte ser como tú eres y estar en paz contigo mismo es una buena manera de ser espiritual también.
Filosofía del yoga
El raja yoga, también conocido como ashtanga yoga, se organiza en ocho partes:
- Yama o autocontrol.
- Niyama o disciplina.
- Asana o ejercicios físicos.
- Pranayama o ejercicios de respiración.
- Pratyahara o retirada de los sentidos de los objetos externos.
- Dharana o concentración.
- Dhyana o meditación.
- Samadhi o realización completa.
Leyendo entre negritas verás que lo que propone no dicta mucho de un método organizado para alcanzar el autocontrol, la paz interior, la claridad y la realización.
Llevar una vida yogui o “ser yogui” nada tiene que ver con qué ropa lleves, de dónde provengas, cuántas horas practiques yoga o a dónde viajes en tu tiempo libre. Consiste en llevar a cabo cada una de estas técnicas o pasos para trabajar así cada aspecto o pata de la mesa (cuerpo físico, mente, emociones y espiritualidad).
No practicar la violencia significa hacer el bien sin perjudicar a los demás, pero también mostrar respeto por nosotros mismos y no herirnos.
Si, por ejemplo, uno de estos cuatro aspectos no está equilibrado (o alguna pata está rota), no se consigue armonía ni bienestar (el frasco se caerá y se romperá, y perderás el “elixir” para poder ser como tú quieras).
Normalmente, en la sociedad actual la pata que “peor está” es la mente, ya que supone el mayor de los retos y es una de las grandes causas de lamento, malestar y frustración de muchos de nosotros. Sin embargo, precisamente la mente es la que tiene un gran poder para cambiar, reorganizar y reestructurar todo lo demás.
Con todo esto, casi parece que un yogui no puede ser alguien real, de carne y hueso. Pero nada más lejos de la realidad…
¿Puede entonces un yogui vivir en sociedad?
Sí, puede. De hecho, un yogui puede ser:
- Renunciante, es decir, prefiere renunciar a su vida actual para dedicarse a la práctica de la espiritualidad de forma permanente (por ejemplo, un sadhu o monje indio).
- Integrado, es decir, dedicar su vida también a realizarse, pero sin apartarse de la vida en sociedad. Le resulta más difícil ser constante en la práctica (no solo de asanas), aunque es capaz de seguir relacionándose con los demás y aportando su granito de arena a la sociedad (por ejemplo, tú).
Si todavía no sabes en cuál de los dos grupos estás (o si sabes perfectamente que no perteneces a ninguno), no te preocupes; como dice Patthabi, haz tu práctica y todo llegará. Y, como suelo decir yo: no hay que preocuparse, hay que ocuparse.
Do your practice and all is coming – K. Patthabi Jois.
Yoga en la vida cotidiana
Pero, como sé que no ha terminado de calar esto de no preocuparse, me encantaría compartir contigo cosas que formarían parte del día de un yogui (o lo que se supone que debería llevar a la práctica):
- Madrugar: como dice Robin Sharma, “controla tus mañanas, impulsa tu vida”. Empezar a hacer yoga con una práctica más meditativa antes de trabajar. Si eres de los de tres patas, puedes sentarte y pensar en 5 cosas que te gustan de ti y en 2 que te gustaría mejorar, y cuáles serán los pasos que darás ese día para acercarte a tu objetivo (visualiza tu día); o bien escucha tu respiración, atiende a lo profunda que es o a cómo sale y entra el aire por tu nariz.
- Moverse: desbloquea tu cuerpo con movimientos suaves basados en asanas o posturas de yoga, ejercicios de respiración o meditación. Dirige tus sentidos a cómo está tu cuerpo nada más levantarte; a cómo están tu mente y tu respiración.
- Limpiarse: aséate el cuerpo, tanto por fuera como por dentro, por ejemplo haciendo limpiezas nasales con agua salada, bebiendo infusiones o té con limón, masajeando el core… Límpiate también de cosas superfluas o innecesarias; deshazte de todo lo que no te haga feliz.
- Hidratarse: puede ser un batido natural o un zumo de verduras, o bien avena con nueces o almendras y leche vegetal, entre otras opciones. Pero recuerda, un yogui no solo se nutre físicamente, sino que debe hacerlo también de energía y espiritualidad.
- Respirar: ve a lugares donde puedas tomar aire fresco, contemplar la naturaleza o disfrutar del calor del sol o de la calma de la lluvia.
- Trabajar: un yogui sabe que debe y puede trabajar para ganarse la vida, teniendo presente la cooperación con la sociedad. Y trata de involucrarse en tareas o proyectos que tengan un sentido para tu vida, que puedan mejorar la vida de los demás y que amplíen tu conciencia universal.
- Practicar el optimismo: de lo malo, lo mejor. Lleva a cabo acciones positivas, teniendo en cuenta los valores de respeto y no violencia, veracidad y honestidad contigo mismo y con los demás.
- Disfrutar: cuando llegues a casa, apaga el teléfono o ponlo en modo avión; también tienes que disfrutar de tu tiempo libre, de tu familia… Cena ligero.
- Reflexionar: observa cómo ha sido tu día; intenta recordar los momentos buenos en lugar de los malos y analiza si has cumplido los objetivos que te marcaste por la mañana.
En este vídeo Lucía te habla un poco más sobre cómo romper los estereotipos de ser yogui. En otros temas de yoga puedes encontrar artículos sobre todos aspectos del yoga como este.
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